lunes, 27 de julio de 2009

Lo que percibimos como normal

Ayer mismo, una gran amiga mía, maestra también, me confesó que cuando era más joven, y comenzaba su andadura por el mundo de la enseñanza había hecho cosas con los niños de las que ahora se arrepiente: cosas como obligarles a comer o gritarles, o permitir que otros lo hagan. "Yo también", contesté, "y no hace tanto de eso".
Me gustaría no haber hecho nada de lo que ahora considero maltrato, para tener mi "expediente limpio", y poder arremeter con tranquilidad contra todos los que sí lo hacen.
Pero la vida no es así. Los seres humanos no somos como en las películas disney, o muy buenos o muy malos. Hacemos cosas que ayudan a crecer y ser felices a los demás y a nosotros mismos y hacemos otras equivocadas que destruyen.
Y hay muchas conductas que están socialmente establecidas y vemos como normales y necesarias. Conductas como obligar a comer a un niño, - porque si no estará desnutrido o será un consentido-, como gritar o castigar, - para moldear su carácter-, como empujarles a que maduren de manera antinatural... y cosas que seguramente no soy capaz de ver porque aún las considero normales y necesarias.
Y entonces, cuando descubres otros valores (al tener un hijo, al conocer otra gente, al leer,...) comienzas a ver la realidad desde otra perspectiva, y te das cuenta de que con los niños, en nuestra sociedad, tenemos actitudes prepotentes, egoístas y maltratadoras.
Con la excusa de la educación soltamos nuestras frustraciones y venganzas de lo que nos hicieron de pequeños. La rabia que tenemos acumulada, la volcamos en nuestros niños porque sabemos que está socialmente permitido, y nos engañamos a nosotros mismos diciéndonos que es por su bien.
Pero debemos desmantelar todo ese entramado psicológico y ponernos en el lugar del niño. Tratar al niño como nos gusta que nos traten a nosotros, y como nos gustaría que nos hubieran tratado de pequeños: con respeto.

viernes, 10 de julio de 2009

Colegio y control de esfínteres

No hay ninguna norma que diga que los niños, para entrar en el segundo ciclo de Educación Infantil deban controlar esfínteres y no llevar pañal.
Es algo tan absurdo como exigir que para que entren en el primer ciclo deban caminar.
EL control de esfínteres es un proceso madurativo, no educativo, aunque tenga un aspecto relacionado con los hábitos higiénicos.
Si el niño no controla, pues no controla. Por mucho que le sentemos cada media hora en el orinal y que le recordemos dónde se hace pis, y que le digamos que es de mayores usar el retrete, si no controla, no controla.
Además, como todo proceso madurativo, no existe una edad exacta para que el niño lo cumpla, hay crios que les ocurre mucho antes y otros después, independietemente de la estimulación, la inteligencia y la adquisición de hábitos.
Pero..., llegan los dos años y medio, y los papás y mamás comienzan a ponerse nerviosos, porque su peque aún lleva pañal... y va a ir al cole.
Y la institución que más debería adaptarse a las crituras, que tendría que ser absolutamente flexible con estas cosas, informar a las familias de manera adecuada y responsable, es precisamente la que crea el problema: se le exige al niño o niña que controle antes de tiempo.
Y pasa lo que pasa, que el niño, en vez de tener un proceso tranquilo, en el que pueda llevar pañal hasta sentirse seguro sin él, y decidir cuándo está preparado del todo, vive una situación tensa, en la que se le escapa el pis cada dos por tres, se le llama "meón", se le riñe.
Yo he contemplado situaciones absurdas y dolorosas, niños que durante el primer trimestre del segundo ciclo, tenían escapes cada dos por tres, y yo, siendo la maestra de apoyo no podía cambiarlos "porque no era nuestra función", así que me tocaba recorrer todo el colegio para buscar a la cuidadora del comedor que los padres habían contratado para cambiar a los niños.
Volviendo al inicio, no hay ninguna normativa que diga si los maestros/as de Educación Infantil tienen o no que cambiar a los niños si se hacen pis o caca, pero resulta que he encontrado esto en la LOE (para profanos Ley Orgánica de Educación, en la que se basa el sistema educativo español): Las funciones del profesorado son entre otras, las siguientes:(...) e)La atención al desarrollo intelectual, afectivo, psicomotriz, social y moral del alumno. (LOE, Título III, Cáp I Art. 91)
Bien, demasiado general, quizás, pero no deja de ser una alusión al desarrollo integral de los niños y niñas. Y los niños y niñas de tres años tienen una peculiaridad: aún no controlan del todo los esfínteres.

viernes, 3 de julio de 2009

Por qué este blog



Este blog es porque llevo tiempo buscando.
Siempre me he considerado una maestra crítica con el sistema y empática con los niños.
El nacimiento de mi hijo me hizo entender que quizá no lo fuera tanto. Sobre todo lo segundo.
No he sido tan empática, y aún no lo soy lo suficiente, de eso ya estoy segura.
Al nacer mi pequeño Kirikú, valiente como el del cuento, mi persona sufrió una crisis.
La mejor crisis que puede tener un ser humano adulto: darle la vuelta a la vida y a la forma de ver las cosas.

Kirikú luchó y luchó para hacerme ver que yo estaba equivocada, que tenía que reflexionar y de paso tomarle más en brazos. Por eso digo que es un valiente, porque no abandonó la lucha y no dejó de increpar hasta que hice lo correcto: tenerle en brazos, hacerle caso.
Aún hoy, encuentro muchas debilidades en mí y sé que no soy una madre totalmente entregada. Tengo carencias, como la mayoría de los habitantes de esta sociedad; y las carencias dificultan una entrega total a los hijos.
Sólo espero hacerlo lo mejor posible, de manera que él, cuando tenga sus propios hijos, pueda entregarse a ellos más fácilmente, y así, de generación en generación, vayamos mejorando la crianza, y por lo tanto, el mundo.


Pero es del cole de lo que trata este blog. Aunque mi valiente Kirikú aparecerá a menudo, pues es mi maestro y mi conejillo de indias.
Volví al cole después del permiso de maternidad y una excedencia que me pareció muy corta. Dejé a mi pequeño en una escuela infantil con el corazón en un puño, y me adentré en el mundo exterior (qué paradoja) sin deseos de hacerlo, pero dispuesta al fin.

Cuando llegué al cole lo vi todo con ojos nuevos.
De pronto me sentí como una mamá enviada por otras mamás para cuidar de sus pequeños.Y las lágrimas de los niños de tres años en pleno periodo de adaptación me hacían encoger el alma, como nunca hasta entonces.
Y lo vi claro: el colegio es un monstruo para los niños.

¿Y ahora qué?, me dije, Esto es lo que hay, eres maestra y formas parte de este engranaje destructor, y por cierto, tu hijo está en él.
Bueno, por un lado, Kirikú ha tenido suerte y le ha tocado un cole que no está del todo mal, lo cual no significa que no esté mejor en casa con su papá y conmigo.

Por otro lado, no puedo abandonarlo todo e irme al campo a vivir a estas alturas. Mi chico no está por la labor y yo... creo que tampoco.
Esta es nuestra sociedad: está organizada de tal manera que unos pocos explotan al resto, y los hijos de todos tienen que estar aparcados para poder seguir explotando a los padres.
Con la excusa de la educación se separa a los niños demasiado pronto de sus familias y se les mete en un sitio enorme, lleno de niños y de adultos que imponen una reglas rígidas alejadas de sus necesidades.

Así que tengo dos opciones: alejarme de la sociedad, ser testimonio de lo que puede ser una vida más humana y radicalmente distinta a la que vive la mayoría.
O bien quedarme en la sociedad, y ser testimonio desde dentro, con menor radicalidad, pero más cercana.
Y no es que una de las dos opciones me parezca mejor, que creo que hace falta gente arrimando el hombro en ambos lados: unos que tiren desde fuera, mostrando caminos, y otros empujando desde dentro.
Así que, mientras el sistema me permita estar dentro, creo que esta es mi opción.

Y mi búsqueda es: ¿Cómo hacer que la escuela sea más humana, menos destructora para los niños?
Y como no quiero hacer esta búsqueda sola, pues he creado este blog, para que quien me encuentre y quiera seguirme, pueda aportar y preguntar; pues sé que no soy la única que vive estas reflexiones.